martes, 12 de octubre de 2010

0 12 DE OCTUBRE. AMÉRICA LATINA NO TIENE NADA QUE FESTEJAR.


“Había, sí, oro y plata en grandes cantidades, acumulados en la meseta de México y en el altiplano andino. Hernán Cortés reveló para España, en 1519, la fabulosa magnitud del tesoro azteca de Moctezuma, y quince años después llegó a Sevilla el gigantesco rescate, un aposento lleno de oro y dos de plata, que Francisco Pizarro hizo pagar al inca Atahualpa antes de estrangularlo. Años antes, con el oro arrancado de las Antillas había pagado la Corona los servicios de los marinos que acompañaron a Colón en su primer viaje. Finalmente, la población de las islas del Caribe dejó de pagar tributos, porque desapareció: los indígenas fueron completamente exterminados en los lavaderos de oro, en la terrible tarea de revolver las arenas auríferas con el cuerpo a medias sumergido en el agua, o roturando los campos hasta más allá de la extenuación, con la espalda doblada sobre los pesados instrumentos de labranza traídos desde España. Muchos indígenas de La Dominicana se anticipaban al destino impuesto por sus nuevos opresores blancos: mataban a sus hijos y se suicidaban en masa” (1).

El fragmento del libro de Galeano titulado Las venas abiertas de América Latina no deja lugar a más palabras. La conquista y colonización del continente americano trajó la lengua y la religión, la “civilización”, según sus ejecutores. La realidad marca que, en cambio, el espíritu evangelizador y civilizador fue la máscara de un proyecto de explotación y saqueo de los recursos naturales y humanos de América, habitada tanto por enormes imperios como el Inca o el Azteca como por pueblos marginales como los existentes en nuestra llanura pampeana, nuestras selvas, nuestro altiplano o la patagonia, todos ellos soberanos legítimos de esta tierra. Esa empresa conquistadora nos legó no sólo su cultura sino también el sometimiento al colonialismo, la explotación de los aborígenes en tareas inhumanas, las matanzas, la usurpación de las tierras pertenecientes a las comunidades, las epidemias arrasadoras y la destrucción de su cultura y sus creencias ante la imposición de una fe desconocida. En resumen, un genocidio.

Lamentablemente, hace casi un siglo, el presidente Hipólito Yrigoyen declaró feriado a la fecha del 12 de Octubre y muchos lo siguen conmemorando como el Día de la Raza. Hoy ya no coincidimos con Yrigoyen, no consideramos la llegada de Colón como un suceso digno de festejar, no entendemos de qué "raza" se está hablando (¿la raza aniquilada o la raza genocida?) y sentimos que nuestro lugar no se encuentra junto a los Colón, Pizarro, Cortés, Almagro o sus posteriores sucesores británicos y norteamericanos que hasta hoy día siguen asediando nuestras tierras, militarmente (como sigue pasando en las Malvinas), financieramente (presionando desde el FMI) o apoyando e instigando operaciones golpistas (como en Ecuador, Bolivia, Venezuela y Argentina).

Nuestro lugar como peronistas y latinoamericanos está al lado de Bartolomé De Las Casas, de Túpac Amaru, de José Martí, de Bolívar y San Martín, de Belgrano y Moreno, de Zapata y Villa, de Rosas y Perón, del Che y de Allende, y de todos los pueblos que lucharon, luchan y lucharán por librarse definitivamente, algún día, del colonialismo que exprime las venas de América desde hace 518 años.

Matías Sánchez . JP Evita La Matanza.

(1) Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, Editorial Catálogos, Montevideo, 1970, p. 31.

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