I - De la Revolución de Mayo a Caseros. BICENTENARIO DE LA PATRIA.
A pesar de que el nacimiento de la patria se establece en el año 1810, debemos recordar que antes de la revolución e incluso antes de la fundación de las primeras ciudades y del Virreinato, nuestro territorio ya se encontraba habitado por los pueblos originarios, legítimos dueños de nuestras tierras, invadidos salvaje e ilegítimamente por los colonizadores.
Como es sabido, a partir de la Revolución de 1810 (la cual evocaremos con un texto especial) , con la caída del Virreinato y la formación de la Primera Junta se constituyen los primeros gobiernos patrios. La integración de los diputados provinciales a la junta porteña dio como resultado la Junta Grande, que desestabilizada ante la partida de Saavedra al norte y las sucesivas derrotas militares en el interior, fue reemplazada por un Triunvirato. El mismo contaba con Bernardino Rivadavia como Secretario y fue disuelto ante la rebelión encabezada por San Martín y demás miembros de la Logia Lautaro, que desembocó en la formación de un Segundo Triunvirato afín a dicha logia.
Este gobierno convocó a una Asamblea Constituyente con el objetivo de declarar la independencia y redactar una constitución; sin embargo, ante un contexto interno y externo desfavorable, no logró dichas metas pero sí adoptar los símbolos patrios y abolir la esclavitud.
En 1814 por iniciativa de Carlos María de Alvear se creó un poder unipersonal, el Directorio, ocupado en principio por su sobrino Posadas y más tarde por él mismo, iniciando un acercamiento entreguista a la "protección" del Imperio Británico.
En 1816, ante la amenaza del contraataque realista (Fernando VII había recuperado el trono) se convocó a un Congreso en Tucumán, que el 9 de Julio declaró la Independencia definitiva de España. Dicha declaración fue el paso esperado por San Martín para concretar su proyecto Libertador, derrotando a los realistas en Chacabuco y Maipú para luego proclamar la Independencia de Chile, dirigirse por vía marítima a liberar Perú y finalmente dejar la misión de culminar la lucha independentista al patriota venezolano Simón Bolívar.
En 1817 el Congreso se trasladó a Buenos Aires y en 1819 se sancionó una Constitución Nacional centralista, cuyo rechazo provocó el avance de los caudillos López y Ramírez sobre el Directorio porteño en 1820, dando inicio a una etapa de anarquía en las Provincias Unidas.
En esta situación, las provincias se relacionaron a través de pactos y tratados, y Buenos Aires alcanzó cierto progreso a partir de las reformas liberales de Rivadavia, incluyendo la creación de la deuda externa y la ley de enfiteusis.
En 1826 las Provincias Unidas entraron en guerra con el Brasil por la Banda Oriental. A pesar de la superioridad militar argentina, el Uruguay se independizó, debido a las infames negociaciones efectuadas por el enviado de Rivadavia. Este hecho, sumado al descontento del interior debido a la Constitución unitaria de 1826 y a la oposición porteña por la ley de capitalización, desembocó en la renuncia de Rivadavia, el primer presidente de la historia argentina.
En 1828 asumió como gobernador bonaerense el federal Dorrego, opositor a Rivadavia y de gran arraigo popular. Ante la imposibilidad de recuperar el Uruguay, se vio debilitado y fue derrocado y fusilado por el general Lavalle.
Este hecho de violencia desató la lucha entre Unitarios (liderados por Lavalle y Paz) y Federales (encabezados por Rosas, de Buenos Aires; Quiroga, del Interior; y López, del Litoral). Luego de la victoria federal, fue elegido gobernador de Buenos Aires el caudillo militar, católico y estanciero Juan Manuel de Rosas, jefe del Pacto Federal y Restaurador de las Leyes.
Su gobierno de cerca de 20 años apenas interrumpidos se caracterizó por la defensa de los intereses de los sectores populares (indios, gauchos, negros), la política proteccionista (a partir de la Ley de Aduanas), el apoyo masivo de la población (garantizaba "orden" a las clases altas y protección a las populares), la concentración de poder (facultades extraordinarias, la suma del poder público) y la defensa acérrima de la soberanía nacional ante los atropellos de las dos potencias más poderosas del mundo, Francia e Inglaterra, y la guerra con la Confederación Peruano-Boliviana. El país funcionó como una Confederación de provincias lideradas por Buenos Aires y su gobernador. La resistencia de Rosas a permitir la organización nacional, dictar una constitución y cesar en la persecución a sus opositores desembocó en el abrupto final de la hegemonía rosista. Los opositores del Litoral (Entre Ríos y Corrientes) se aliaron con el Ejército del Brasil formando el Ejército Grande, y, con el caudillo Urquiza a la cabeza, derrocaron el 3 de febrero de 1852 en Caseros, al gran defensor de la soberanía nacional.
MATÍAS SANCHEZ. JP Evita La Matanza.