Hace 38 años se producía el asesinato de 19 prisioneros pertenecientes a Montoneros y ERP por parte la Marina del gobierno militar del General Lanusse.
Una semana antes, el 15 de agosto, miembros de dichas organizaciones habían emprendido la fuga masiva de la cárcel de Trelew. Sólo pudieron huir los jefes guerrilleros Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros; Quieto y Osatinsky, de las FAR, y Santucho, Menna y Gorriarrán Merlo, del PRT-ERP. Los seis partieron vía aérea a Chile, gobernado entonces por Allende; más tarde, se trasladarían a Cuba. Un segundo grupo, de 19 reclusos, no llega a tiempo al despegue y un día después se rindió públicamente solicitando garantías. El capitán Luis Emilio Sosa los condujo, esta vez, a la Base Aeronaval Alte. Zar del Trelew. Como detalle no menor, vale recordar que el PJ reclamó garantías al Ministro del Interior, el dirigente radical Arturo Mor Roig. Sin embargo, las fuerzas militares, como tantas otras veces en el último siglo de historia argentina, en el que se encargaron de reprimir y aniquilar fuerzas populares en defensa de las corporaciones y la oligarquía, copan la zona y en la madrugada del 22, los marinos dirigidos por el capitán Sosa y el teniente Bravo fusilan a los 19 reclusos. De ellos, 7 no fallecieron en el acto, pero no recibieron atención médica, como prueba del respeto por la vida humana de los represores. Sólo 3 militantes, Carlos Alberto Camps y María Antonia Berger de las FAR y Ricardo Haidar de Montoneros, logran sobrevivir y denunciar la masacre cometida. El gobierno argumentó que los guerrilleros habían atacado a la guardia intentando fugarse nuevamente, desencadenando un tiroteo que terminó con los 16 muertos y 3 heridos de gravedad.
Este triste hecho pasaba a la historia como la Masacre de Trelew.
Quizá como un anticipo más de la represión y el genocidio que desde el aparato del Estado se perpetraría pocos años después, con el argumento de “preservar a la Patria ” de la “infiltración marxista”, genocidio que aún hoy tiene apologistas y defensores de una inaceptable “reconciliación nacional”, la Masacre de Trelew pasó a la historia y sus autores, como reconoció el capitán Mayorga, no tienen dudas de que "Lo hecho bien hecho está. Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa. La muerte está en el plan de Dios no para castigo sino para la reflexión de muchos". Resulta difícil entender que fusilar ilegalmente a 19 personas y años más tarde a casi 30.000 sea parte del “plan de Dios”.
Matías Sánchez. JP Evita La Matanza.
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