Diecisiete años habían pasado desde el infame bombardeo a la Plaza y el golpe de la “Revolución Gorila”, en palabras del más grande presidente de la Nación que se vio por estas tierras. Diecisiete años (y restaría uno más, hasta el 20 de junio de 1973) de lucha popular y de resistencia ante el ataque del imperialismo y sus socios de la oligarquía local, las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica, en un régimen mantenido incluso por los gobiernos radicales, quienes hasta hoy se jactan de su respeto a la democracia republicana y las instituciones.
Casi dos décadas de represión y fusilamientos que, sin embargo, no pudieron apagar esa llama que se había encendido un 17 de octubre de 1945, esa llama que se avivaba cada vez que la patria era humillada para seguir resistiendo, esa llama que ni la represión ni la proscripción pudieron apagar y que se encendió, renovada, en el corazón de una juventud que entendió el momento histórico y decidió ser protagonista de él.
Su líder, ya anciano, organizaba a su proscripto Movimiento desde España. La juventud maravillosa, con el lema del “Luche y vuelve” y junto a las “formaciones especiales”, además del sindicalismo leal y el aparato partidario, lucharon, por distintas vías y en distintos momentos de la Resistencia, para lograr su regreso, y con él, la llegada de una nueva Revolución y la construcción de un Socialismo Nacional.
Corrían los tiempos convulsionados de 1972 cuando se anunció el regreso del General Juan Perón a su querida patria que tanto lo necesitaba, y que tanto había luchado por su regreso. El dictador Lanusse declaró previamente: “…no voy a admitir que corran más a ningún argentino diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: porque no quiere; pero en mi fuero íntimo diré: porque no le da el cuero para venir”. Como muchos gorilas, como Aramburu y Massera, tuvo su merecido, más temprano que tarde: a Perón le dio el cuero, y volvió.
Fue la mañana lluviosa del 17, cuando a las 11:20 de la mañana, bajó del DC-8 de Alitalia el General Juan Domingo Perón. Dirigentes del PJ, de la CGT y numerosos funcionarios y militares retirados, además de científicos, artistas y deportistas, acompañaron al gran conductor en su viaje. Miles de militantes se movilizaron para festejar su regreso, a pesar del operativo montado por Lanusse. La lucha de tantos años, tantas vidas que se fueron, tantas balas de la represión, tanta sangre derramada, pero siempre con la misma esperanza, encontraba su recompensa en ese regreso. La lucha de los militantes que dieron su vida por la causa patriótica y que por fin disfrutaban de su día triunfal. Un día feliz, después de tantos años: un día peronista. El Día del Militante, por todo lo dicho: por los que ya no están, por los que siguen estando, y también por los que se siguen sumando cuando entienden el sentido de ser Peronista, de ser parte de una línea histórica nacional, popular y latinoamericana.
Hoy estamos en un momento clave de la historia. Hoy ya no tenemos al líder de nuestra época; pero tenemos la organización, que como dijo el General, es lo único que vence al tiempo. Hoy somos testigos de un renacer de la militancia que había sido adormecida en los nefastos años 90'; hoy la juventud vuelve a levantar sus banderas, a luchar por un proyecto, a soñar con un país mejor. Hoy tenemos una nueva oportunidad para formar una sólida tercera ala del movimiento nacional y popular. Fortalecer y ganar las calles a través de una Corriente de la Militancia Política y Social, siguiendo el ejemplo de los que entregaron hasta sus últimas fuerzas durante casi 18 años, es demostrar que no estamos dispuestos a dar ni un paso atrás. Cristina, por su parte, ya demostró que le da el cuero.
Matías Sánchez. JP Evita La Matanza.
0 comentarios:
Publicar un comentario