Ante el inminente tratamiento por parte de la Cámara de Senadores de la Nación del proyecto de Ley que introduce modificaciones al Código Civil sobre los derechos en las relaciones de familia incluyendo a las parejas conformadas por personas del mismo sexo, que fuera recientemente aprobado por la Cámara de Diputados de la Nación y que la sanción de una ley de igualdad para acceder al matrimonio civil, es un paso crucial en el reconocimiento de la plena ciudadanía a toda la población incluyendo en ella a la población lesbiana, gay, bisexual, travestí, transexual, intersexual (LGBTTI), sino también de sus hijos y de sus familias.
La corrección en la aplicación desigual de esta norma jurídica que hoy impide a las parejas del mismo sexo gozar de los deberes y obligaciones que el Estado reconoce a las parejas heterosexuales, tanto como grupo familiar como a sus miembros considerados en forma individual, les permitiría el acceso a derechos tales como el de herencia y pensiones, obras sociales, derecho a acompañar al familiar que está internado (su pareja), acceso a planes de seguridad y asistencia social, privilegios testimoniales, beneficios en políticas migratorias y capacidad de decidir por otro en situaciones de imposibilidad.
Si un chico muere de hambre, sabemos que hay injusticia y violación de derechos. Si a un preso lo torturan, sabemos que hay abuso de poder. Si vemos que una familia de indigentes duerme en la calle, sabemos que se está violando la dignidad humana, a lo mejor no sabemos en qué constitución, código, ley, artículo o inciso está consagrado el derecho que se pisotea. A lo mejor no tenemos las palabras exactas para designar a un derecho, o para definir qué cosa sea esto que se llama Justicia. Pero somos seres pensantes, y sobre todo sensibles, dotados de compasión. Poseemos un sentimiento de Justicia que nos parece natural, una conciencia moral que nos indica –aunque pocas veces la escuchemos- las cosas que están bien y las que están mal. No hace falta, para comprender que existen derechos, una educación formal. Como decía nuestro Manuel Belgrano, “los pueblos suelen ser ignorantes, pero saben muy bien lo que se les debe”. Y nuestra Evita popularizó esta frase: “Donde hay una necesidad hay un derecho”: Los derechos y garantías son claramente violados cuando a las parejas del mismo sexo (homo-parentales) se les impide tener su familia legalmente reconocida, atentando no sólo contra el vínculo afectivo y a su propia voluntad, sino contra su protección jurídica.
La modificación del Código Civil no es más que el reconocimiento de la necesidad de encontrar un marco legal que le posibilite a otras formas de vida familiar y afectiva, existentes el acceso igualitario a los derechos consagrados porla Constitución Nacional reservados hasta la actualidad solo a las parejas heterosexuales; y ATENTO al compromiso asumido como persona, como militantes etc. de educar para el ejercicio de las libertades democráticas, para el libre desarrollo de la personalidad humana incluyendo entre otras dimensiones la orientación sexual y la identidad de género, y para la vigencia plena de los derechos humanos sin discriminación alguna. Por todo lo expresado anteriormente apoyamos desde la JP Evita La Matanza el proyecto de ley aprobado por la Cámara de Diputados de la Nación que introduce modificaciones al Código Civil sobre los derechos en las relaciones de familia incluyendo a las parejas conformadas por personas del mismo sexo, en términos de Matrimonio Universal, y promover su aprobación por parte de la Cámara de Senadores.
Cabe aclarar que la presidencia del Senado aceptó la impugnación del proyecto de ley de unión civil.
La corrección en la aplicación desigual de esta norma jurídica que hoy impide a las parejas del mismo sexo gozar de los deberes y obligaciones que el Estado reconoce a las parejas heterosexuales, tanto como grupo familiar como a sus miembros considerados en forma individual, les permitiría el acceso a derechos tales como el de herencia y pensiones, obras sociales, derecho a acompañar al familiar que está internado (su pareja), acceso a planes de seguridad y asistencia social, privilegios testimoniales, beneficios en políticas migratorias y capacidad de decidir por otro en situaciones de imposibilidad.
Si un chico muere de hambre, sabemos que hay injusticia y violación de derechos. Si a un preso lo torturan, sabemos que hay abuso de poder. Si vemos que una familia de indigentes duerme en la calle, sabemos que se está violando la dignidad humana, a lo mejor no sabemos en qué constitución, código, ley, artículo o inciso está consagrado el derecho que se pisotea. A lo mejor no tenemos las palabras exactas para designar a un derecho, o para definir qué cosa sea esto que se llama Justicia. Pero somos seres pensantes, y sobre todo sensibles, dotados de compasión. Poseemos un sentimiento de Justicia que nos parece natural, una conciencia moral que nos indica –aunque pocas veces la escuchemos- las cosas que están bien y las que están mal. No hace falta, para comprender que existen derechos, una educación formal. Como decía nuestro Manuel Belgrano, “los pueblos suelen ser ignorantes, pero saben muy bien lo que se les debe”. Y nuestra Evita popularizó esta frase: “Donde hay una necesidad hay un derecho”: Los derechos y garantías son claramente violados cuando a las parejas del mismo sexo (homo-parentales) se les impide tener su familia legalmente reconocida, atentando no sólo contra el vínculo afectivo y a su propia voluntad, sino contra su protección jurídica.
La modificación del Código Civil no es más que el reconocimiento de la necesidad de encontrar un marco legal que le posibilite a otras formas de vida familiar y afectiva, existentes el acceso igualitario a los derechos consagrados por
Cabe aclarar que la presidencia del Senado aceptó la impugnación del proyecto de ley de unión civil.
Es importante señalar que si el proyecto aprobado en diputados es rechazado no se podrá debatir el matrimonio igualitario en el transcurso de este año parlamentario.
Ahora bien, no se entiende porque se mezcla todo en un gran berenjenal a saber:
No se hace mención de que la iglesia (católica, protestante, evangélica, etc.) deban aceptar o no el realizar las ceremonias religiosas No es una norma de aplicación religiosa, en todo caso es de aplicación civil.
Siendo esto una sola muestra de lo que deberían revisar. Se puede extender mucho más sobre el tema pero creo que para muestra solo basta un botón y por ello sólo hago mención de lo expuesto y esperamos que quienes están en el Senado se ubiquen en lo que deben debatir sin tener en cuenta la posición anacrónica que tomo la iglesia.
Dina Bazán. JP EVITA LA MATANZA.
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