domingo, 25 de julio de 2010

0 Parte 4 de 4. EVA PERÓN. LA REVOLUCIÓN TIENE NOMBRE DE MUJER.

EVA PERÓN.
LA REVOLUCIÓN TIENE NOMBRE DE MUJER.

7 DE MAYO DE 1919 - 26 DE JULIO DE 1952 - ETERNAMENTE EN EL CORAZÓN DEL PUEBLO Y EN EL ALMA DE LA PATRIA.

PARTE IV. SU PARTIDA.

Era enero de 1950 cuando, en la inauguración del nuevo local del Sindicato de Conductores de Taxis, Evita sufrió un desmayo. Se difundió la noticia de una supuesta apendicitis, que en realidad era cáncer de útero. Evita no quería abandonar sus múltiples actividades, lo que empeoró su estado de salud. En las elecciones del 1951, tuvo que votar por primera vez en la cama del Policlínico Presidente Perón de Avellaneda. Allí comenzó su doloroso tratamiento.
Se dirigió por útima vez al pueblo el 1 de mayo de 1952, sostenida de la cintura por Perón. Asistió a la asunción del 4 de Junio, encorsetada en una estructura metálica. El odio gorila se reflejaba en las paredes que “festejaban” el cáncer.
A las 20:25 del 26 de Julio Evita dejó este mundo. Había fallecido la Jefa Espiritual de la Nación. Una multitud, en llanto, despide a su Santa. La Nación de duelo, la CGT de paro general, la ciudad de luto despide a la Abanderada de los Humildes en el Ministerio del Trabajo. El mundo la lloraba y asistía al funeral más impresionante de la historia. El pueblo hacía sentir su tristeza.
Su cadáver fue embalsamado por el especialista español Pedro Ara y alojado en la CGT. El escultor italiano Leone Tomassi fue el elegido para diseñar un monumento gigantesco a Evita. Pero la Revolución Fusiladora, símbolo histórico de la reacción gorila, se apropió de su cadáver, sacó sus restos del país (con la complicidad de la Iglesia Católica) y los hizo enterrar en Italia con un nombre falso. Montoneros exigió su repatriación a través del secuestro del fusilador Aramburu; un año más tarde, Lanusse hizo devolver los restos a Perón en Puerta de Hierro. Tras la muerte del General, su última esposa, Isabel, se encargó de repatriar el cadáver y depositarlo en Olivos junto a los de Perón. Luego del golpe del 76', los restos quedaron enterrados definitivamente en Recoleta.
Ya no estaba entre sus descamisados, entre sus grasitas, pero Evita nunca murió. Sólo el que siente el peronismo en el corazón sabe lo que significa volver a escucharla, a verla, a recordarla. Evita se mantiene viva en sus jóvenes que no se resignan a seguir viendo a su país convertido en una colonia, en sus mujeres que demuestran que pueden luchar por el país a la par de los hombres incluso desde la Presidencia, en el peronismo genuino que no se deja aburguesar por aparatos sindicales o partidarios. No por nada algún gorila dijo alguna vez: “Ella es a la única que siempre, aún después de muerta, le tuvimos miedo”.

Matías Sánchez. JP Evita La Matanza.


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