sábado, 1 de enero de 2011

0 1 DE ENERO DE 1959. LIBERACIÓN DEL PUEBLO CUBANO.


Cuba era en 1959, como muchas de las demás patrias chicas de Latinoamérica, un satélite del Imperio. La sangrienta e infame dictadura instalada en 1952 por Fulgencio Batista con el apoyo del gran hermano del norte había instaurado el modelo de entrega de los recursos naturales y explotación de las clases populares que desde Norteamérica se suele alentar, para provecho de sus multinacionales. Cuba no era más que “una factoría que exporta azúcar para importar caramelos”. Y en eso llegó Fidel, secundado por aquel héroe llegado desde el sur, Ernesto Guevara de la Serna, nuestro “Che”, con el único objetivo de romper las cadenas que oprimían al pueblo cubano, como primer paso de una revolución que debía extenderse por toda la Patria Grande.
Esa travesía épica que comenzó con la fatídica llegada vía marítima a la isla a bordo del Granma y continuó con la guerra de guerrillas emprendida desde Sierra Maestra, culminó en los primeros días de enero de 1959, cuando Santa Clara y Santiago cayeron definitivamente bajo el dominio de los rebeldes. Fue allí que Fidel ordenó a sus comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara que ingresaran a La Habana, capital del país centroamericano. El recibimiento triunfal que el pueblo brindó a los rebeldes marcó el inicio de la Revolución que hasta hoy, ya con Raúl Castro, gobierna en Cuba. El Che ocupó, a los pocos días, la fortaleza de La Cabaña, y Camilo, el cuartel de Columbia. Urrutia juró como presidente provisional y numerosos Estados reconocieron al gobierno de la Revolución como legítimo. Fidel haría su entrada triunfal varios días después, en ese Enero histórico para la Patria Grande y para el Tercer Mundo.
Como justicialistas, más allá de las diferencias ideológicas, consideramos a Ernesto Guevara y a la Revolución que encabezó junto a Fidel y Camilo como un ejemplo de idealismo, de coraje, de valentía y de lucha en favor de los sectores populares frente al Imperio opresor y sus socios de la oligarquía local. Tal como Perón y Evita en nuestro país quince años antes, supieron escuchar las necesidades del pueblo e interpretar la situación política, económica y social nacional en favor de los intereses nacionales y populares, algo que no todos aquellos que se declaran seguidores de su obra, en especial miembros de la paleoizquierda, suelen entender.
La Historia dice que Guevara no logró extender esta Revolución a toda Latinoamérica como soñaba. Pero la historia también nos muestra que una década después miles de jóvenes sumaron a sus banderas justicialistas y a sus estrellas federales la guía del Che y el ejemplo de la lucha del pueblo cubano, y hoy, a más de 50 años del comienzo de su liberación y a 7 años del inicio de la nuestra, el sueño del Socialismo Nacional, ya sea en Cuba, en Venezuela y en Argentina, sigue más vivo que nunca.

Matías Sánchez. JP Evita La Matanza.

* Fuente: Mariana Vicat, Che Inmortal, Ediciones Libertador, Año 2007. 

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